La Mayor Angélica Tatiana Vargas, tiene la empatía y gracia maternal, para aportar al bienestar y la calidad de vida de nuestros hombres y sus familias, alternando su quehacer militar con su rol de madre.
Ella es huilense, la segunda de sus cuatro hermanas, proviene de familia militar y afirma que su abuelo y tío fueron sus mentores y su ejemplo sobre el que edificó su sueño de hacerse oficial del Ejército, para ejercer su profesión de odontóloga.
Hace 17 años pertenece a la Fuerza, tiempo en el cual, ha enfrentado momentos difíciles, como apoyar las labores de evacuación de soldados heridos por minas antipersonal y en otros casos de menos fortuna, verlos morir, a causa de una amenaza silenciosa y cobarde.
Con su sonrisa característica, cuenta que significa la Institución en su vida: “el Ejército ha marcado un antes y un después en la historia de mi familia, en esta institución he vivido los días más felices de mi vida, entre ellos, encontrar a mi compañero de vida, tener mis dos hijos de nueve y cuatro años, servirles a mis soldados con vocación y servicio, en este caso como directora del Dispensario del Batallón Ayacucho.”
La mayor Vargas tiene un reto cada día: gestionar las necesidades de salud de los soldados y sus familias; es este su aporte profesional para el engrandecimiento de la patria y para cumplirlo se vale de la vocación militar que lleva en su sangre, en entender que se debe al otro.
Son incontables las anécdotas, que enmarcan la cotidianidad de esta militar y madre; ella ve en los soldados la representación de una Colombia diversa, que lucha por construir el país que quieren dejar a futuras generaciones. Luego de cada jornada, retorna a su hogar para abrazar a sus hijos; es esa la mejor recompensa.
Esta mujer militar continuará su misión al servicio de los soldados desde el Dispensario Médico del Batallón Ayacucho, donde tienen aproximadamente 5000 usuarios e ingresan a diario ingresan más 200 personas.
