Caldas

Un soldado en Caldas, el mejor amigo de los frailejones

En el lanzamiento de la XVII Semana Ambiental, fue exaltado por la vocación y convicción en procesos ambientales, generando protección, uso y aprovechamiento de la naturaleza de manera sostenible.

“De niño estudié hasta quinto de primaria, en el Ejército hice mi carrera y desde que llegué al Batallón Ayacucho en Caldas mi mejor maestro ha sido el Páramo; las plantas de Frailejón me acompañan día a día, han sido mi escuela y mis profesoras, me han enseñado cómo reproducirlas para así, proteger las cuencas de agua del nevado.”, manifestó el Soldado Profesional Franklin Neira Ruíz.

“Soy un campesino y soldado feliz y gracias a la confianza que ha designado en mí el Comando Superior; vivir en el Cerro Gualí ubicado en el Parque Nacional Los Nevados por más de 5 años, ha cobrado el valor más preciado de mi existencia. La misión de ser soldado me ha dado el honor de transitar muchos años de mi vida, salvando y sembrando vidas”, dice el soldado que se convirtió en el guardián del Frailejón.

Neira, como su camuflado lo dice, se siente muy satisfecho por el apoyo que le ha dado el Ejército Nacional para la creación del proyecto piloto de germinación y reproducción de Frailejones en Caldas, se ha convertido en la referencia de cientos de personas, la admiración de muchos profesionales y el reconocimiento de la academia, la empresa privada y las instituciones ambientales, este soldado habitante del Páramo, sin quererlo, ha salido del anonimato.

Este hombre, desde los 6 años tenía el sueño de ingresar al Ejército Nacional y le decía a sus padres que al cumplir su mayoría de edad, se iría y así fue, entró a la Institución a prestar su Servicio Militar en el año 2005 y dos años después en octubre de 2007 ingresó a la Escuela de Soldados Profesionales.

Este santanderano vivió la cruda guerra entre el 2009 y 2016 en Toribio, Caloto y Santander de Quilichao, Cauca, y seis años después puede hablar de la tranquilidad que se percibe en Caldas y el Eje Cafetero.

“Parte de mi carrera como soldado estuve en medio del conflicto, hasta que llegué al Batallón Ayacucho trasladado y me dieron la oportunidad de capacitarme y empezar a trabajar en el Páramo en temas ambientales. Me cambió totalmente la perspectiva de vida, cuando se dio la oportunidad de empezar a implementar el proceso del vivero de Frailejón, volví a mi raíz, a mi niñez y feliz retomé mi esencia de campesino, de sembrador de vida; esta misión que me encomendó el Ejército ha sanado mi historia y está rescatando el Páramo.”

Hace seis años el Ejército Nacional en su Plan de Campaña «Héroes Multimisión» creó la Operación Mayor Artemisa para la preservación del Medio Ambiente, con lo que inició a generar procesos de restauración ecológica en los Páramos de Colombia.

“El Ejército dio la orden de trabajar en viveros y escoger soldados para generar procesos ambientales, me emocioné cuando el Comandante de la Unidad me dio la oportunidad de hacer esa capacitación y me fui al plan de las Águilas por Cundinamarca; estuvimos en la capacitación, de ahí volví a la Base Militar Gualí pero el conocimiento que me dieron allá, por el clima que tenemos acá es otro tema diferente, acá hay nieve, escarcha, no me daba el resultado para germinar, empecé a investigar por la zona si algún campesino o entidad tenía conocimiento, pero nada, me tocó empezar de cero, y aunque no pude implementar muchas cosas de las que me enseñaron en la capacitación, me motivé a empezar y aprender con el día a día. Tuve la fe, de que las plantas me enseñarían como cuidarlas en este hábitat, y así fue. Hoy después de muchos intentos, de experimentos fallidos y gracias a la sapiencia de la naturaleza vamos avanzando de manera significativa, la proyección es tener 20 mil plantas y cada dos meses hacer reforestaciones de 500 a 600 plantas.”

Este militar, amante de la naturaleza tiene un objetivo específico, el de recuperar todas las zonas que han sido afectadas por ganadería e incendios forestales.
“Lo que más me motiva de levantarme todas las mañanas es que el proceso de germinación es difícil, pero cuando se llevan las plantas a campo abierto, se siembran y en el seguimiento se les ve el crecimiento, el corazón y alma piden seguir sembrando.” puntualiza el soldado Neira Ruiz.

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